martes, 8 de enero de 2013

Planchas con sabor

Si algo ha sido imprescindible en un bar típico de Almería eso es, su plancha. El medio para preparar exquisitas tapas y servirlas al instante. En la actualidad muchos locales disfrutan de cocina independiente y cocinero, pero en aquellos de siempre, en los que el dueño era el camarero, capaz de atender una barra de cinco metros con clientes en doble fila y a los apostados en frente, sobre las cajas de cerveza, al tiempo que servía las tapas y cobraba sin dejar que el trabajo se amontonara, aquellos, siempre contaban con una buena plancha en la esquinita de la que salían los lomos, hamburguesas, pinchos, chopitos, sardinas... Yo muchas veces me he quedado entusiasmado viendo el arte con el que se trabajan los productos sobre la misma: organizar las comandas que son continuas, encontrar el punto justo de elaboración, voltear con celeridad, planchar, tapar, cocer, sazonar, raspar, sin alardes innecesarios, y eso sí, sudando la gota gorda en pleno verano, ahora cuando los descubridores de la cocina japonesa han conocido el teppan, en Almería es un oficio que se domina desde hace décadas. Y sobre todo, lo más importante es el sabor que adquieren ciertos alimentos sobre ellas, sabor que no intenten reproducir en casa porque es imposible, se trata del sello identificador del bar, de su plancha y de saber hacer del "planchero". Los almerienses decimos que las cosas están más buenas en el bar, también seguro que es porque compartidas saben mejor.

Esas planchas han sido el mejor reclamo publicitario, sin necesidad de rótulos ni cartelería, solo la fragancia capaz de abrir el apetito y como una mano invisible llevarte hasta el establecimiento. Seguro que todos recordamos el olor a jibia del bar Los Claveles de la Puerta de Purchena, o el Minibar de Rueda López. Hoy se han puesto de moda otros tipos de bares mucho más organizados y pulcros, donde las tapas están más elaboradas y se preparan en una cocina perfectamente equipada, pero los típicos bares de plancha en directo donde se mezcla el sonido del chasquido de la placa ardiente con la niebla de humo y los aromas del asado inmediato, son insustituibles.

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