La tarde del día 5 de enero descarta aproximarte al centro en coche porque los accesos estarán colapsados, no habrá ningún parking libre ni aparcamiento en el centro ni a menos de 20 minutos andando desde el mismo. Esa tarde, me imagino que como en otras ciudades, se echan las familias a la calle para ver la cabalgata. Una veces los reyes vienen en barco, otras bajan de la Alcazaba, pero en cualquier caso llenan de alegría y emoción las calles de la ciudad con grupos de niños cogidos de la mano y padres pacientes que corren para acercarlos a la primera fila. Esta noche ha ido cambiando a lo largo del tiempo para casi ir desapareciendo la actividad que le daba un atractivo especial. Con el pasado siglo se fue la tradición de salir a dar una vuelta, tomarse unas cervezas, revisar los últimos comercios, pasear, comprar algún rey, monedas de chocolate o carbón dulce en una confitería o en los puestos callejeros, terminar la noche con un buen chocolate y roscón, tomarse una copa... Solo los bares coincidiendo con la hora del tapeo-cena están repletos de gente, pero los comercios que se han dignado abrir poco a poco van cerrando sus puertas. Ya no mandan las tiendas tradicionales, sino las grandes cadenas. Con la marcha apresurada de los niños ilusionados y los padres achacosos, las calles para la media noche se han quedado vacías y el Paseo barrido de gente como un domingo cualquiera.
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